20 de diciembre de 2008

El chiste alemán

Me hallaba luchando por mantenerme despierto en la última hilera de asientos del bus, pero el monótono paisaje sumado al hedor dejado por otros pasajeros no me permitían escapar del letargo. No es que estuviera esperando un viaje lleno de acción, emociones y misterios, pero ese día hacía mucho calor y, como siempre, quedarme dormido significaba despertar en el terminal del recorrido.

Cuando me encontraba a punto de cerrar los ojos, subió al vehículo un hombre extravagante y mal agestado que comenzó a recorrer lentamente el pasillo, mientras observaba fijamente a cada uno de los pasajeros y se detenía al costado de aquellos que parecían tener objetos de valor. Una vez que terminó con su inspección se ubicó al frente de quienes viajábamos y, jadeando, comenzó a hurgar en sus bolsillos. Yo estaba seguro que seríamos víctimas de un robo, pero repentinamente se contorsionó y cuando volvió a su posición normal llevaba puesta una peluca de colores y pintada la nariz. "¡Era un payaso!" pensé mientras respiraba aliviado.

Luego de su particular entrada, el artista callejero inició su actuación en voz baja y recitando de memoria su parlamento, a la vez que su público progresivamente lo ignoraba, no sólo por sus chistes repetidos, sino porque era demasiado ordinario. Así pasaron unos cinco minutos, hasta que finalizó su repertorio con la frase "no soy un gran artista, pero tampoco quiero ser menos, sólo pido una colaboración para este payaso chileno..." y, con la misma velocidad de un acto reflejo, pasó repetidamente con su mano extendida por cada uno de los asientos sin recaudar una sola moneda.

El sujeto, en un claro estado de desconcierto, volvió rápidamente al inicio del pasillo (aparentemente para reflexionar sobre lo ocurrido) y después de permanecer algunos minutos callado comenzó a increparnos: "¡Son como las güeas' giles culiaos'!, ¡¿seguro que cuando los cogotean les piden colaboración?!". Acto seguido, sacó una cortaplumas y asaltó a la mayoría de los pasajeros.

Después de ese día nunca más vi al tipo y supongo que no volvió a contar sus chistes malos, sin embargo, hasta la fecha todavía me pregunto que habría sucedido si alguien le hubiese dado una moneda. Quizás todavía lo encontraríamos aburriendo a su público en distintos lugares de la ciudad.

Por mi parte y con el objeto de evitar la aparición de nuevos peligros para la sociedad, cada vez que llega un payaso a mi escritorio le ayudo con lo que me pide.

Dedicado a Ana Lecaros, quien también está acostumbrada a escuchar chistes repetidos.

13 de diciembre de 2008

Yo también merezco relajarme

Mirar fijamente las groserías escritas en mi mesa era lo único que me mantenía despierto mientras la profesora de matemáticas, una mujer amargada y paranoica, respondía ejercicios mecánicamente en frente del pizarrón. Honestamente era una tortura para mi permanecer sentado en ese lugar, no sólo porque estaba anocheciendo, sino porque detestaba a la señora.

De pronto sentí que alguien me susurraba desde atrás:
- "¡Oye Varela!... ¿cortemos la luz?".
- "¡Déjate de molestar¡", respondí sin entender el beneficio de la invitación.
- "¡Ya poh'!, pide permiso pa' ir al baño y cortai' la luz", insistió mi compañero.
- "¡Donde la viste!... ¿pa' que querí que haga eso?", pregunté.
- "¡Pa' tirarle el pelo al Contreras poh' loco!".

Sucede que el potencial objeto de nuestro castigo era mi mejor amigo, así que me quedé pensando por algunos minutos en que no debía participar de un ataque injustificado, pero repentinamente se apagaron todas la luces del edificio (un visionario del curso vecino se nos adelantó) y, estando cerca de sufrir un colapso nervioso, me abalancé sobre mi compañero sin provocación alguna, al mismo tiempo que el Leguina y el Aguilar me acompañaban. "¡¿Qué güea'?!... ¡suéltenme los conchesumadres'!, ¡perros culiaos' maricones!" gritaba la víctima a viva voz, mientras los golpes iban y venían. Acto seguido, me senté y la iluminación se restableció. A mi lado, sentado sobre su mesa, estaba El Contreras con la mirada extraviada, el pelo electrizado y casi ahorcado por su corbata.

Más allá de la evidente inmadurez nunca comprendí bien los motivos que originaban nuestro comportamiento abusivo, pero a partir de ese día constantemente estábamos ideando nuevas formas de hostilizar a mi amigo, mientras que la frecuencia de ellas estaba directamente relacionada con los garabatos que recibíamos. Es importante destacar que, paradójicamente, nuestra victima disfrutaba de ser arrastrado por los pasillos del liceo, recibir manotazos en el cuello o ser golpeado con cáscaras de naranja. No es que el tipo fuese masoquista, muy por el contrario, siempre luchaba fieramente para proteger su integridad física y, aunque rara vez evitaba nuestros ataques, siempre terminábamos felices y relajados.

Hoy paso la mayor parte del tiempo tensionado, tanto que a veces me duele el estómago y no puedo comer (increíblemente mi sobrepeso dice lo contrario). Necesito arrastrar a mis colegas por el suelo o darles patadas injustificadamente para ser completamente feliz. Si me lo permiten, se los agradeceré con una sonrisa.

Dedicado a Cristián Contreras y su esposa, quien seguramente estará disfrutando de los beneficios de tener un marido que contribuye con su felicidad.

8 de diciembre de 2008

El asesino silencioso

Mientras estudiaba en el liceo escuché a muchas personas, incluyendo al director general, decir que triunfar como profesional era casi un trámite, ya que las empresas nos esperaban ansiosas e incontinentes por ofrecernos el cargo de gerente general o algo parecido. Siempre consideré que lo anterior era absurdo, ya que estaba convencido que el mundo laboral sería más hostil de lo podía presumir, pero lo que nunca imaginé fue el nivel de incompetencia y mediocridad de una gran parte de quienes pertenecen a él.

A pesar que tuve amigos flojos durante mi período escolar, incluso uno que para no levantarse de la cama orinaba en un bidón, con mi primer empleo formal conocí un nuevo nivel de este concepto, llegando a ser para mí la palabra flojo uno de los peores calificativos que alguien puede recibir, no porque no aporta, sino porque es un destructor del que lo único que se puede esperar es la ignominia.

Pero atención, pues un flojo no es aquel que está todo el día tirado en su cama, al contrario, puede ser el personaje más escandaloso, vociferante y alegórico del mundo, pero a pesar de toda esa parafernalia no está haciendo lo que debe hacer, ya que le da flojera.

También están los mediocres, aquellos que aunque se fijan un propósito en la vida nunca lo cumplen, ya que no entienden que para alcanzar sus metas se requiere un esfuerzo constante. Igual que los flojos evitan cumplir con sus deberes y, cuando se ven obligados a hacerlo, se quejan diciendo "¡estoy cansado!", "¡que ahora trabajen los demás!", "¡esto es un abuso!".

El mediocre no sólo se caracteriza por no aspirar a destacarse en su medio, pues también se esfuerza para demostrar que el resto es peor que él.

Lo más preocupante de la existencia de individuos con las características recién descritas, está en que siempre hay personas que equilibran la ecuación, esos que se quedan haciendo lo que otros por flojera o mediocridad no quisieron hacer, lo que me lleva a recordar a un hombre que permaneció por cinco días muerto en su puesto de trabajo sin que sus compañeros (veinte y tres) notaran su estado. Cuando entrevistaron al jefe, curiosamente, declaró que "George normalmente hacía el trabajo que los demás dejaban pendiente, entonces siempre era el primero en llegar cada mañana y el último en salir por la noche, así que nadie consideró inusual que estuviera en la misma posición y que no dijera nada todo ese tiempo", prácticamente justificando la inhumanidad de sus colegas.

Piense por algunos minutos en su desempeño laboral y pregúntese si ¿pasa más de la mitad del tiempo en su trabajo navegando en Internet?, ¿juega a la Guerra de Pandillas en Facebook y ya superó el nivel 30?, ¿siempre está al tanto de todas las ofertas de sitios como MercadoLibre o DeRemate?, ¿es experto en combinaciones de teclas como [ALT]+[TAB]?, ¿está enfermo de gastritis por fumar y/o tomar mucho café?. Si respondió afirmativamente a alguna de las preguntas anteriores, piense dos veces como llegó a esa condición y en seguida golpee su rostro con algún objeto contundente, pues podría estar matando a su mejor compañero, ese que en silencio le hace su trabajo.

Dedicado a Nelson Cisternas, a quien cada día lo veo más tieso en su puesto de trabajo.

28 de julio de 2008

Para mis compañeros con cariño (primera parte)

Mientras algunos me felicitan por mi paciencia para buscar y corregir detalles, otros se rien de mi diciéndome maniático, lunático, neurótico y vieja chepa. No es que me haga la víctima, pero no puedo sentirme tranquilo sabiendo que existen cosas por mejorar o definitivamente mal hechas. Tampoco soy el exponente extremo de la perfección, pero hago lo posible por satisfacer de la mejor manera mis expectativas.

Muy a mi pesar, existen personajes que hacen todo de manera improvisada, tal como si su aporte a la sociedad fuera desechable. Se caracterizan por seguir al pie de la letra la ley del mínimo esfuerzo y por descartar cualquier trabajo serio buscando resultados instántaneos. ¿Para que complicarse la vida analizando los problemas si todo puede ser rapidito?.

Entiendo que siempre sean los mismos quienes arreglan las cosas que no funcionan, pero nunca he podido comprender a los sujetos que, sin mover un dedo, están todo el día reclamando, pues siempre alguien (excepto ellos) es el culpable.

Definitivamente, la ignorancia es dicha.

Dedicado a todos los mediocres.

22 de julio de 2008

El buen camino

Algunas empresas, con el objeto de elevar sus ventas, fabrican numerosos productos incorporando a los dibujos animados de moda. Otras compañías, normalmente con un menor presupuesto, diseñan a sus propios personajes y, dependiendo de la aceptación de sus consumidores, los utilizan para el mismo propósito.

A pesar que lo anterior responde a una necesidad comercial, en ambos casos los niños terminan identificándose con seres ficticios e imitando sus acciones.

En incontables ocasiones he visto mocosos dándose patadas como las Tortugas Ninja o haciendo contorsiones como los Transformers. Incluso yo he sido víctima de algún golpe tipo Street Fighter.

Aunque muchas personas disfrutan con las conductas expuestas, otras sufren ataques de pánico, pues creen que presencian los síntomas de una nueva enfermedad apocalíptica caracterizada por la destrucción.

Concuerdo en que los dibujos animados violentos propician acciones violentas, pero creo que son los más sinceros, lo cual es fácil de entender analizando rápidamente algunos personajes que parecen estar llenos de bondad, pero que en el fondo son verdaderos apóstoles de Satán:

Hello Kitty
- Morfología y perfil sicológico: Se supone que es una gata, pero carece de los rasgos típicos de los felinos (nunca los llegó a desarrollar porque su madre fue expuesta a altos niveles de radiación durante el período de gestación). A temprana edad ya era una obesa mórbida, razón por la cual fue operada del hocico (hoy es alimentada a través de un tubo conectado a su estómago). Debido a sus características sicóticas e inclinación hacia la magia negra, durante su juventud, se dedicó a participar en ritos satánicos personificando un muñeco budú, pero a causa de las drogas fue sometida a la mutilación parcial de sus cuatro patas.
- Influencia sobre la población: Detrás de una apariencia amable y pacífica se oculta un gran odio contra la sociedad, por lo que mediante brujeria induce a las personas a adquirir progresivamente sus productos, los cuales van desde monederos hasta rifles de asalto.

Los Teletubbies
- Morfología y perfil sicológico: Son cuatro humanoides asexuados, fabricados de material sintético, que perdieron sus facultades mentales y capacidad de hablar después que alguien les insertó un tubo de rayos catódicos en el abdomen. Uno de los integrantes manifiesta claros comportamientos homosexuales y todos exhiben figuras fálicas sobre sus cabezas. Entre los principales daños cerebrales que poseen se destaca la inestabilidad, pues de un momento a otro comienzan a estrellarse desesperadamente con cada objeto a su paso.
- Influencia sobre la población: No sólo han empeorado el lenguaje de los niños, sino que además enseñan pésimos hábitos de alimentación (todos los días comen tubbipapillas y tubbitostadas). Su estructura simplista y repetitiva sugiere un método de hipnosis que, mediante rutinas desgastantes y paisajes relajantes, disminuye la capacidad de alerta del cerebro, quedando altamente receptivo a mensajes subliminales.

Después de este simple análisis ¿usted considera sano que los niños se identifiquen con los personajes recién descritos?.

Si un niño lo golpea argumentando que es un Shoryuken (bulgarmente conocido como Olluquen) o le ofrece un Fatality, felicítelo, pues eligió el buen camino.

Dedicado a Mauricio Guerra, quien a pesar de su avanzada edad todavía se comporta como un niño.

17 de julio de 2008

Los dioses primitivos

El hombre prehistórico no entendía los fenómenos que sucedían en su entorno, por lo que atribuía a seres místicos cualquier evento que estaba más allá de su comprensión.

Con el paso del tiempo las personas fueron notando que sus dioses, más allá de no tener gracia, eran amargados y estaban llenos de odio, razón por la cual atormentaban constantemente a la humanidad con catástrofes, enfermedades y plagas.

Hubo un genio de la época llamado Sifilisio, quien aburrido del abuso, propuso detener los actos sin sentido de los dioses mediante el sometimiento de estos a algo con más poder. Muchos sabios ya tenían la experiencia de vivir algo similar, por lo que acordaron buscar una esposa para cada deidad.

El problema fue que cada mujer que elegían para celebrar matrimonio sólo llegaba hasta la luna de miel, pues los seres divinos con sus órganos sexuales súper dotados y súper destructivos terminaban por convertir la máxima expresión del amor en un sacrificio brutal.

El plan no estaba funcionando como se esperaba, hasta que a un famoso pensador del momento (conocido como Herpesio) recomendó a cada dios evitar el sexo inseguro con sus parejas mientras no inventaran el preservativo, ya que a causa del aumento de enfermedades de transmisión sexual, se corría el riesgo de perder su miembro más importante.

Transcurrieron algunos meses y las cosas habían cambiado de manera radical. Los dioses, que se encontraban casados, pasaron de ser unos crueles verdugos sanguinarios a unas pobres víctimas hostilizadas por sus mujeres.

Quienes alguna vez disfrutaron de emborracharse con sus amigos y destruir algunos pueblos, ahora tenían que hacer las labores hogareñas y estaban obligados a trabajar para complacer a sus exigentes y consumistas compañeras

Hoy los dioses primitivos se encuentran completamente anulados y todo su poder destructivo permanece disminuido a la mínima expresión.

¿La moraleja?,... ¡ninguna!, si este relato carece de sentido.

1 de julio de 2008

Una cuestión de amistad

Siempre he tratado de mantener la compostura de la mejor manera posible y, aunque nunca he leído el Manual de Carreño, he vivido convencido que en muchos lugares se me ha aceptado por mi buen comportamiento.

Hace unos días me encontraba tranquilamente tomando un café en el casino del trabajo, hasta que un colega me dijo "¡toma!, acá tienes un sobre de endulzante que sobró... ¡para tu colección!", a lo cual yo con sorpresa respondí "¿me estás insinuando que intencionalmente me llevo más endulzantes de los que necesito?". Acto seguido, me metí la mano al bolsillo para sacar lo que tenía y, casualmente, encontré cerca de diez sobres del sucedáneo. A los minutos, otra persona me dijo "¡toma!, acá tienes unas servilletas para que no te falten" y me di cuenta que no las necesitaba, pues ya tenía muchas distribuidas en los diferentes lugares de mi ropa.

Lo anterior sólo me causó gracia en el momento, pero más tarde me dio verguenza. No es que yo necesitara endulzantes y servilletas, pero tenía muchas más de las que me correspondían.

Estuve en la oficina pensando por unos minutos en mi falta, cuando recibí un correo en el que un cliente reclamaba porque hace muchos meses sólo estaba recibiendo la mitad de lo que había contratado, Investigando un poco descubrí que la persona que le vendió los servicios, casualmente su amigo, tenía absoluta claridad del problema y estaba esperando una queja para corregir la situación.

Trataba de convencerme que el episodio recién descrito era aislado, hasta que una compañera muy afligida me contó que le habían robado las bebidas que tenía guardadas, suceso muy malo, porque estaban destinadas para una obra de caridad. Al día siguiente me enteré que una de las personas más amigables del lugar se las tomó.

Me encontraba realmente inquieto, cuando supe que las personas que habían trabajado el día anterior no comieron los aperitivos de una celebración que les habían dejado. Preguntando me enteré que sus amigos se los habían comido (independiente si ya habían tocado su parte).

A esas alturas ya me sentía molesto, así que para desahogarme fui a hablar con un compañero, quien después de escuchar impávido mis relatos me dijo "amigo, lo único que te puedo decir, es lo que me decía un amigo que ya no es mi amigo,... este es el país de los vivos".

Han pasado varios días desde aquella jornada tan especial. Hoy trato de sacar sólo los endulzantes que necesito y, aunque mi cálculo es pésimo, intento que las servilletas no terminen en mis bolsillos, no obstante, veo que el resto de la gente sigue haciendo lo mismo día tras día, lo que me lleva a reformular el mensaje del "amigo que ya no es amigo de mi amigo": Este es el país de los amigos.

Dedicado a Jacqueline Henríquez y a todos los descarados (amigos) que comen en los supermercados sin pagar o que suben al transporte público por la puerta trasera.

2 de enero de 2008

Súper poderes

http://masobsesivoquecompulsivo.blogspot.com/2008/01/super-poderes.html